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Përshëndetje

Un actor ebrio en la entrada de un camerino... última función, después de veinte noches todo le parecía tan ordinario y fuera de foco que su cabeza empezó a divagar gracias a las dos botellas de whisky que muy hábilmente esconde debajo de aquel traje rojo con el que siempre salé a actuar.

La Obra es "Navidad", tras tres funciones diarias, él solo tiene que salir de la puerta falsa del centro del escenario y caminar hacia el público trece pasos, gritar: "FELIZ NAVIDAD" reír "Jo Jo Jo", y hacer sonar la campana. Esa noche en particular había algo extra en el ambiente, unos buenos sorbos de escoces los cuales hacían sobrellevar la rutina durante esa noche.

Las luces del teatrucho de esa noche le daban a todo un tono amarillento, las sombras al otro lado del plato parecían menos interesadas en la obra; en el camerino, la botella se apoderaba más de la realidad haciendo que la conciencia se perdiera, dentro del camerino, soledad, la cual compartía con otros dos extras. Todo parecía estar impregnado de ese olor a rata y humedad, como ninguna otra noche había olido, las tres bailarinas del acto cinco entraron corriendo entre risas y criticas al camerino y mostrando los senos y las medias ajustadas sin ningún pudor, bellas costumbres, pensaba el viejo mientras cavilaba frente al espejo... cinco minutos solamente para acomodarse y vestirse; un pequeño vistazo entre las piernas de las bailarinas ¿A quién le iban a importar un par de miradas lascivas de un gordo con una barba falsa blanca?

Vació el contenido de la botella en el vaso sucio de la repisa rota, como el alcohol no alcanzaba a llenarlo, lo completó con agua, se quedo mirando su robusta imagen en el espejo largamente, como si este le hablara y le recriminara todo aquello que guardaba en el fondo de su ser, y este, indefenso, escuchara un largo sermón de padre o tutor con la cabeza baja, no importando las palabras mudas de su pensamiento. Regañándose y preparándose.

La puerta sonó y la voz del administrador, ronca y fastidiosa, le avisó que el momento se acercaba. El gordo abrió el cajón nuevamente y miró el contenido y esperó largamente. Niñas entraron y salieron sin que el viejo moviera siquiera un dedo. Al fin y al cabo era un loco que se vestía de rojo, tenía barba blanca, se reía, hacia sonar la campana y siempre lo hacía cansadamente, por veinte largas noches, rutina.

Una voz que atraviesa la puerta y revienta los tímpanos de los escuchas, le avisa la hora ha llegado, el viejo camina por el pasillo lentamente, inmutado, al asomarse por las tramoyas ve tres ratas mordiendo los cables, él les ofrece una sonrisa, las ratas no saben lo que pasa. El gordo se pone detrás de la puerta falsa y espera que los actorsillos empiecen a cantar el estribillo navideño y el pueda salir, tocar la puta campana y proferir la gran risa fingida, Ya no queda esperanza en todo el teatro, no queda un resquicio de esperanza en algún rincón, ni en la botella que yacía vacia en el camerino, ni en los cables mordisqueados, ni en la sombra del telón sucio y percudido, ni en la frase tan llena de magia, ni en la campana símbolo de no se cuantas muchas cosas.

El estribillo comienza, él abre la puerta falsa, camina no los suficientes pasos y comienza a reír "Jo, jo, jo... j-o". Por un momento se queda inmóvil; ahora todo lo que tenia que decir es "Feliz Navidad", mete la mano en la bolsa del saco y saca el vaso sucio, medio lleno o medio vacío (eso depende de que tan positivo lo hayas visto), da un sorbo y todos en el teatro guardan un silencio espectacular, tiene toda la atención en su ser, pero él ya no siente miradas, no escucha insultos, no percibe al director semi desnudo haciéndole ademanes de lo que sigue. Sólo esa frase y habrá acabado todo.

El viejo mete la mano nuevamente a su saquillo y de el saca una pequeña pistola; todo el mundo queda sorprendido aún más, el viejo se apunta a la sien y dice " Feliz Navidad Hijos de puta" y jala el gatillo. Poww el trueno del arma sofoca cualquier indicio de espiro en el cuerpo robusto y también en la sala, al caer el cuerpo la campana se resbala de sus dedos y al impactarse esta en el suelo, suena. El desgraciado cumplió con el contrato. Al final de cuentas.

Comentarios

Gisèle Lawson dijo…
Me gusta...
Y qué? en este post nadie te dirá que quiere volver a verte?

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