Un actor ebrio en la entrada de un camerino... última función, después de veinte noches todo le parecía tan ordinario y fuera de foco que su cabeza empezó a divagar gracias a las dos botellas de whisky que muy hábilmente esconde debajo de aquel traje rojo con el que siempre salé a actuar. La Obra es "Navidad", tras tres funciones diarias, él solo tiene que salir de la puerta falsa del centro del escenario y caminar hacia el público trece pasos, gritar: "FELIZ NAVIDAD" reír "Jo Jo Jo", y hacer sonar la campana. Esa noche en particular había algo extra en el ambiente, unos buenos sorbos de escoces los cuales hacían sobrellevar la rutina durante esa noche. Las luces del teatrucho de esa noche le daban a todo un tono amarillento, las sombras al otro lado del plato parecían menos interesadas en la obra; en el camerino, la botella se apoderaba más de la realidad haciendo que la conciencia se perdiera, dentro del camerino, soledad, la cual compartía con otros